viernes, 27 de julio de 2012

Jordi fue al mercado siguiendo a Charles y George

Aún sin dar nombre al proceso, Charles Lyell, en su imprescindible obra Principles of Geology publicada en 1830, describe e interpreta con gran detalle las presencia de perforaciones producidas por bivalvos litófagos en las columnas del entonces llamado Templo de Serapis, en Puzzoli, localidad cercana a Nápoles (Italia)  Cap. XXV, pp.449-459.


El malacólogo George Johnston utilizó también estas perforaciones y sus productores para ilustrar el capítulo sobre moluscos perforantes de su obra An introduction to conchology, publicada en 1850 (pp. 149-167 y fig. 26).

No fue hasta 1966 que Conrad Neumann acuñó el término bioerosión, como una abreviatura de erosión biológica en referencia a los procesos de desgaste producidos por organismos sobre substratos líticos o esqueléticos. Desde entonces, el estudio de la bioerosión se ha hecho frecuente en paleontología. Sin embargo no siempre se ha reconocido su importancia geológica, indicando líneas de costa y cambios en el nivel relativo del mar, amén de sus contribuciones en la interpretación paleoambiental y paleogeográfica. Lyell si lo hizo.

Desde mis inicios en el campo de la bioerosión he sentido un gran interés por observar directamente las estructuras descritas por Lyell. El pasado mes de junio tuve por fin ocasión de visitar la localidad y satisfacer mi curiosidad.


El macellum de Pozzouli es un mercado romano (siglos I-II), interpretado anteriormente como un templo a causa del descubrimiento de una estatua del dios Serapis, y constituye uno de los símbolos de la ciudad. Del mercado sobresalen tres columnas marmóreas de unos 13 m de altura, en las que se aprecian numerosos ejemplares de Gastrochaenolites (las perforaciones en forma de porra que realizan bivalvos litófagos), así como otras trazas más difusas. Las perforaciones ocupan una clara banda de 3,5 m de anchura, situada a otros 3,5 m de la base. Igualmente, se pueden ver restos de organismos marinos incrustantes sobre ellas.

Lyell justificó las perforaciones por movimientos relativos del nivel del mar. Concluyó que en algunos momentos las columnas habían estado sumergidas en él, lo que habría propiciado la colonización por los perforantes. La observación in situ de las columnas me reafirma en la opinión de que el trabajo de Lyell sería uno de los primeros y fundamentales estudios sobre bioerosión, con una incidencia en la interpretación geológica de primer orden.


Actualmente, las oscilaciones en el nivel relativo del mar en este punto se atribuyen al bradisismo de los campos flégreos napolitanos, consistente en lentos ascensos y descensos del terreno ligados a la actividad magmática.

En resumen, visita muy recomendable para geólogos, paleontólogos, icnólogos y malacólogos... Y, por cierto, ¡encontrarán algunos restaurantes bastante recomendables en los aledaños del mercado!

martes, 10 de julio de 2012

De congreso en Sicilia: XII Edizione delle Giornate di Paleontologia


Los pasados días 24 a 26 de mayo se celebró en Catania (Sicilia) la XII Edizione delle Giornate di Paleontologia, de la Società Italiana di Paleontologia. La organización corrió a cargo de la Sezione di Scienze della Terra del Dipartimento di Scienze Biologiche, Geologiche e Ambientali de la Università di Catania. Jordi Martinell tuvo el honor de inaugurar las sesiones con la conferencia introductoria "Bioerosion: a first order taphonomic agent" gracias a la amable invitación de las Dras. Antonietta Rosso y Rossana Sanfilippo y el Dr. Italo Di Geronimo. Además, aprovechamos la circunstancia para presentar también una comunicación oral bajo el título "Bioerosion traces as evidence of commensalism sensu lato in the Cenozoic fossil record" (Rosa Domènech y Jordi Martinell).


En las jornadas se presentaron unas 60 comunicaciones orales que abarcaron desde la microbioerosión hasta las grandes ballenas, con enfoques desde taxonómicos hasta paleoecológicos, paleoambientales o bioestratigráficos. Además, hubo permanentemente una exhibición de carteles (alrededor de 30), que podían ser observados durante las pausas del café (¡muy interesantes los granite que también se ofrecieron!). Las comunicaciones tomaron el primer y tercer día de la reunión.

A mediodía del primer día se realizó una visita al Orto Botanico durante la cual su director nos amenizó con una amena charla sobre sus orígenes e historia. La visita finalizó con un suculento almuerzo en los mismos jardines. Por la noche tuvo lugar la cena social en un popular restaurante donde se degustaron platos típicos sicilianos.

Durante el segundo día tuvo lugar una excursión para visitar diversos afloramientos plio-pleistocenos de Sicilia. Primero se acudió a Acquedolci para observar el famoso yacimiento de hipopótamos (Hippopotamus pentlandi) y los depósitos de la gruta de San Teodoro, con abundantes fósiles de mamíferos y de moluscos continentales. Los huesos se hallan fragmentados y fueron acumulados por hienas, cuyas señales son evidentes sobre los restos. La segunda parada fue eminentemente marina, con la visita a conocida serie neógena de Capo Milazzo, en Messina, rica en fósiles de foraminíferos y de muy diversos grupos de invertebrados.

Fue en conjunto ésta una experiencia muy interesante y enriquecedora ya que nos permitió captar en pocos días los campos de investigación paleontológica relevantes hoy en día en Italia e intercambiar impresiones y conocimientos con investigadores muy diversos, a la vez que compartir agradables momentos con antiguos amigos y agregar otros nuevos.

viernes, 6 de julio de 2012

Comedores de madera en los mares mesozoicos: nuevas evidencias icnológicas del Jurásico de Cuba

La crisis finipaleozoica marcó un antes y un después en los ecosistemas marinos. A lo largo del Mesozoico diversos grupos de invertebrados evolucionaron hacia la infaunalización. En este contexto la bioerosión experimentó un incremento en diversidad y abundancia. Algunos de los nuevos grupos que se adaptaron al hábito perforante en substratos duros fueron bivalvos. Estos bivalvos son capaces de perforar una amplia variedad de materiales utilizando métodos químicos y/o mecánicos. Entre ellos, los bivalvos xilófagos (literalmente comedores de madera) atacan tallos y raíces en zonas costeras, así como troncos flotantes en mar abierto, y han constituído una temible amenaza para las flotas en el pasado.


En el capítulo dedicado a la bioerosión del clásico tratado de icnología de Tony Ekdale, Richard Bromley y George Pemberton (1984; Ichnology. The use of trace fossilsin sedimentology and stratigraphy, SEPM), medio en broma medio en serio los autores narran lo siguiente el párrafo introductorio (traducción libre):

"... Si la Armada Invencible enviada contra Inglaterra por Felipe II en 1588 no hubiera sido aniquilada por la acción de las bromas o teredos (unos bivalvos perforadores de madera), con la ayuda de la imperforada flota inglesa, el idioma de este libro ¡probablemente habría sido español!".


Tres son los taxones que actualmente tienen este tipo de comportamiento, los teredínidos, los martesiininos y los xylophagaininos. En registro fósil esquelético de estos grupos se remonta al Jurásico medio en el caso de los Teredínidos y al Jurásico superior para los otros dos grupos. Sin embargo, las perforaciones más antiguas atribuibles a estos grupos - conocidas por los icnólogos como Teredolites - se han descrito del Jurásico inferior de Alemania.

Dos miembros de nuestro grupo (Jordi M. de Gibert y Zain Belaústegui) junto con científicos cubanos del Instituto de Ecología y Sistemática (Jorge Villegas-Martín) y el Museo Nacional de Historia Natural (Reinaldo Rojas-Consuegra) hemos tenido la oportunidad de estudiar nuevo material de Teredolites en troncos del Jurásico superior de Cuba y los resultados acaban de ser publicados en el Journal of American Earth Sciences. Este registro se suma al limitado conocimiento que tenemos de los bivalvos xilófagos jurásicos y nos ha ofrecido la oportunidad de revisar su registro fósil - tanto icnológico como esquelético - que documenta la marcada expansión que estos grupos tuvieron durante el Cretácico.


La historia completa se puede encontrar en el artículo (via Science Direct):