domingo, 6 de mayo de 2012

Un "piercing" mioceno: bioerosión en la bulla timpánica de un cetáceo fósil en Tarragona


Recientemente reportamos en un artículo en Geobios el hallazgo de un cetáceo fósil en los depósitos del Mioceno medio (Serravaliense) de Tarragona. En ese artículo analizamos sus características tafonómicas y la información obtenida de otros datos sedimentológicos, icnológicos y de fósiles corporales de invertebrados para concluir que se trataba del cadáver de un cetáceo juvenil de atribución taxonómica incierta que se acumuló en un fondo tranquilo donde fue posiblemente desarticulado por la actividad de carroñeros (tiburones y otros peces) y/o suaves corrientes. Pero la "ballena" de Tarragona todavía tenía algunos aspectos interesantes por explotar que han dado lugar a un nuevo artículo, esta vez en Palaeo3, con los mismos autores:


En esta publicación estudiamos en detalle la presencia de bioerosión detectada en la bulla timpánica de este fósil de cetáceo. Las tres perforaciones observadas pueden ser asignadas al icnogénero Gastrochaenolites en base a su forma de porra o pera con un cuello apertural que se abre en una cámara de sección circular. Los productores más probables de estas cavidades son bivalvos pholádidos que se beneficiaron de la presencia de los restos óseos en el fondo marino limoso para colonizarlos.


El estudio de estas trazas fósiles nos ha ofrecido la oportunidad de revisar el estado del conocimiento por lo que respecta a la bioerosión marina sobre substratos óseos, un tema relativamente poco tratado pero que últimamente está dando lugar a interesantes publicaciones. Esta revisión nos ha permitido identificar 6 grandes grupos de trazas fósiles de bioerosión marinas sobre hueso:

1) Microbioerosión producida por microorganismos (hongos, bacterias y algas) en la parte más superficial del hueso.
2) Trazas de vertebrados depredadores o carroñeros que se alimentan de los tejidos blandos adheridos al hueso. Incluyen sobre todo marcas de mordiscos.
3) Trazas de cangrejos osteófagos similares a las producidas hoy en día por los cangrejos Tanner.
4) Perforaciones de gusanos realizadas o bien para alimentarse del contenido nutritivo de los huesos o simplemente como refugios.
5) Perforaciones de bivalvos producidas por pholadidos y quizás otros grupos.
6) Trazas de invertebrados herbívoros (erizos de mar, gasterópodos o poliplacóforos) que raspan la cubierta algal de los huesos en el fondo creando grabados característicos en estos.

Cada uno de estos tipos tiene unas implicaciones tafonómicas y paleoecológicas particulares. Nuevos trabajos sobre el tema deberían refinar y ampliar esta categorización.