Durante la primera quincena de este mes de diciembre, dos componentes del equipo (Jordi Martinell y Rosa Domènech) nos hemos desplazado a Argentina para desarrollar trabajos de campo. En concreto, hemos estado en los yacimientos del Mioceno superior marino (Tortoniense) de la Formación Río Negro (NE Patagonia), donde estudiamos procesos tafonómicos y de bioerosión en colaboración con la Dra. Ester Farinati, del Departamento de Geología de la Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca, prov. de Buenos Aires), quien también participó en la expedición.
Se trata de unos impresionantes afloramientos (Playa Bonita, El Espigón, La Lobería) sobre la costa atlántica en los que se observa una sucesión eólica/marina/eólica del Mioceno superior/Plioceno inferior que aflora prácticamente horizontal al sur de la localidad de Viedma, durante más de 100 km y con una potencia visilble superior a 50 m. En la parte media de la sucesión y a lo largo de 60 km, se observa la intercalación marina, discordante entre la secuencia eólica basal y la superior. Presenta espesores máximos de hasta 10 m, una geometría lenticular a gran escala e integra la secuencia deposicional completa de un ciclo marino transgresivo-regresivo.
Esta intercalación marina, vislble en los potentes acantilados, se caracteriza por grandes concentraciones de valvas de Ostrea patagonica d´Orbigny, que ofrecen una excelente oportunidad para los estudios tafonómicos e icnológicos. Este fue, pues, el objetivo principal de esta campaña.
Un resumen de los trabajos en curso se presentó en el 4th European Meeting on the Palaeontology and Stratigraphy of Latin America celebrado el pasado septiembre en Madrid, y ahora se prepara el artículo para su publicación en un número monográfico de la revista Geologica Acta.
El trabajo de campo durante esos días resultó interesante y fructífero, aunque no dejó de tener sus peligros. Lo más molesto fue el viento constante, aunque tuvimos suerte y no sopló con intensidad “patagónica” ... También acompañaron las temperaturas, primaverales. Por otra parte, los acantilados del NE de Patagonia son secciones casi verticales sobre la costa, de una gran inestabilidad. Hace poco se produjeron importantes desprendimientos que impiden el acceso a ciertos niveles superiores con ostras (en el afloramiento de Playa Bonita, por ejemplo). ¡Por suerte, ya los habíamos observado y fotografiado en ocasiones anteriores! Parece ser que estos desprendimientos ha costado la vida a algún pescador incauto ... ¡Nosotros preferimos no arriesgarla!
Esta costa es también famosa por su colonia de loros barranqueros (Cyanoliseus patagonus) –la mayor del mundo, con 35.000 nidos activos sobre unos 12 km de acantilado-, que estaban especialmente activos (¡y ruidosos!) por hallarse en época de cría. Además, en ciertas zonas comparten espacio con aves rapaces .... ¡también en periodo de cría, y no muy amistosas! Nuestra presencia -y los cascos amarillos- les llamaron bastante la atención ....
Finalmente, tuvimos la suerte de poder complementar la estancia con una visita a un rancho cercano, donde viven a sus anchas ñandúes (Rhea americana), maras (Dolichotis patagonum), vizcachas (Lagostomus maximus), armadillos (Dasypus novemcinctus) y otros muchos animales salvajes, que comparten el espacio con el ganado del propietario.
Se trata de unos impresionantes afloramientos (Playa Bonita, El Espigón, La Lobería) sobre la costa atlántica en los que se observa una sucesión eólica/marina/eólica del Mioceno superior/Plioceno inferior que aflora prácticamente horizontal al sur de la localidad de Viedma, durante más de 100 km y con una potencia visilble superior a 50 m. En la parte media de la sucesión y a lo largo de 60 km, se observa la intercalación marina, discordante entre la secuencia eólica basal y la superior. Presenta espesores máximos de hasta 10 m, una geometría lenticular a gran escala e integra la secuencia deposicional completa de un ciclo marino transgresivo-regresivo.
Esta intercalación marina, vislble en los potentes acantilados, se caracteriza por grandes concentraciones de valvas de Ostrea patagonica d´Orbigny, que ofrecen una excelente oportunidad para los estudios tafonómicos e icnológicos. Este fue, pues, el objetivo principal de esta campaña.
Un resumen de los trabajos en curso se presentó en el 4th European Meeting on the Palaeontology and Stratigraphy of Latin America celebrado el pasado septiembre en Madrid, y ahora se prepara el artículo para su publicación en un número monográfico de la revista Geologica Acta.
El trabajo de campo durante esos días resultó interesante y fructífero, aunque no dejó de tener sus peligros. Lo más molesto fue el viento constante, aunque tuvimos suerte y no sopló con intensidad “patagónica” ... También acompañaron las temperaturas, primaverales. Por otra parte, los acantilados del NE de Patagonia son secciones casi verticales sobre la costa, de una gran inestabilidad. Hace poco se produjeron importantes desprendimientos que impiden el acceso a ciertos niveles superiores con ostras (en el afloramiento de Playa Bonita, por ejemplo). ¡Por suerte, ya los habíamos observado y fotografiado en ocasiones anteriores! Parece ser que estos desprendimientos ha costado la vida a algún pescador incauto ... ¡Nosotros preferimos no arriesgarla!
Esta costa es también famosa por su colonia de loros barranqueros (Cyanoliseus patagonus) –la mayor del mundo, con 35.000 nidos activos sobre unos 12 km de acantilado-, que estaban especialmente activos (¡y ruidosos!) por hallarse en época de cría. Además, en ciertas zonas comparten espacio con aves rapaces .... ¡también en periodo de cría, y no muy amistosas! Nuestra presencia -y los cascos amarillos- les llamaron bastante la atención ....
Finalmente, tuvimos la suerte de poder complementar la estancia con una visita a un rancho cercano, donde viven a sus anchas ñandúes (Rhea americana), maras (Dolichotis patagonum), vizcachas (Lagostomus maximus), armadillos (Dasypus novemcinctus) y otros muchos animales salvajes, que comparten el espacio con el ganado del propietario.
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